5/13/2008

UNA VIEJA RELIGIÓN. Exposición "MANERAS SIN REMORDIMIENTOS" por ALDO MENÉNDEZ


Muchos pueden ser los mundos que nos influyen, o los submundos que nos cautivan. Aunque el hombre no lo quiera, la potencialidad de esos orbes lo tocan. Así, este que sonríe siempre y parece feliz, que aparenta estar sumergido totalmente en su particular universo, ámbito de paz y armonía, como un templo, de algún modo refleja lo que ni siquiera a veces se atreve mirar cara a cara. De suerte que sobre las telas y papeles sus pinceles desprenden un gris que nos ataca, y deslizan cuerpos que aunque serenos a primera vista, padecen o protagonizan un transe extremo.

Algo inquietante y herido por sombras, que se adentra en la religión de los negros africanos, fundada de esta lado del océano, nos conduce a un panteón de invenciones, quizas sudverticiamente consagrado a la muerte, donde a fuego lento, pedazos de la realidad casi indescifrables, están marcando a dioses surgidos de su imaginación demasiado caprichosa.


¿Qué drama cotidiano se infiltra? No importa, ya lo sabemos…


Nadie debía viajar sobre esta isla condenada a grandes estremecimientos, nadie verdaderamente sensible, sin intentar dar un paso en su íntima expresión a algunas de las crestas de sentimiento que la agitan.


Y ahora en el momento más aciclonado de la isla aparece el lobo, el solitario Villa-Lobo, como quien trae ingenuamente, casi sin querer, la respuesta de una pregunta que todavía no nos atrevemos a formular, porque en fin, es materia interior de la ola, paisaje de la ola por dentro; mientras la mayoría seguimos mirando despreocupados la textura externa de la ola, según ella se desliza cual mole incontenible u gigantesca hacía un punto de la geografía marina, en que surgirá seguramente una cresta.


¿Es solo el toque que da esta tierra al expresionismo de siempre y de todas partes?, ¿es el matiz local, la situación singular al margen o desfasada de la moda?, ¿es la mezcolanza caprichosa que el cubano trae en la sangre o la mezcolanza racionalista que el europeo ensaya en sus laboratorios culturales y se nos mete en el cuerpo por algún viaje?, ¿es eso lo que se observa en estas obras?, ¿es eso lo que produce una vibración tan especifica?. Creo que es todo eso y es mucho más. Es una vigorosa alegoría, es también la inevitable alegoría, la que sale a relucir aún cuando estemos seguros, resguardados en nuestro refugio; aún allí, es ese fragmento de realidad que sin permiso hace violento el reposo deseado y agresiva la intención más delicada, más discreta, más sublime.



La Habana, 1990






EL PINTOR VILLALOBOS por JULIO GIRONA. Para la Exposición "MANERAS SIN REMORDIMIENTOS"

He seguido la trayectoria de Nelson Villalobos. Su serie de la exposición que efectuó en Alemania fue para mí una revelación. Conocía su obra anterior, donde mostraba ser un pintor de talento, pero las pinturas que exhibió en Europa eran ya las de un artista logrado, seguro. Durante varios días pensé en esos cuadros, de un dibujo suelto, espontáneo. La gente a mi alrededor parecía haber salido de sus telas, y el mismo pareció que se había vestido para andar por la calle y montar en guagua sin problemas.


En esta exposición vemos que el pintor no se detiene, que busca y encuentra, nos sorprende y se sorprende de sí mismo. En sus imágenes de forma primitiva, y sus figuras con cabezas de pájaros y búhos, que surgen en un escenario de magia, y se revela como poeta y el pintor. Sus pinturas son de dimensiones grandes, no importa el tamaño.




LA HABANA, 1990




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5/12/2008

NELSON VILLALOBOS "CADA DÍA NECESITO UN SONIDO"


Nelson Villalobos posa en su taller, en el centro de Vigo. / Foto MIGUEL NÚÑEZ
Faro de Vigo.Domingo 09 de abril de 2006

NELSON VILLALOBOS “Cada día necesito un sonido”

Apenas lleva tres meses en su nuevo estudio, pero cada rincón rezuma ya el carácter curioso, viajero y creativo de Nelson Villalobos (Cumanayagua, 1958). El pintor cubano dedica cada estancia de un céntrico piso de Vigo a un trabajo diferente: la pintura, la escultura, la fotografía y la biblioteca, que mima con el orden más delicado. "Necesito bastante espacio, porque acumulo cientos de objetos que encuentro y que con el tiempo, a veces años, pasan a formar parte de mis obras, explica. Hierro oxidado, piedras, cables, tablas, herramientas viejas, recortes de revistas... Nelson dota a cada objeto perdido de un nuevo significado. Ahora trabaja en las "islas", originales esculturas que se construyen sobre piedras. Confiesa que le "duele" cambiar de estudio y adaptarse a un nuevo espacio, conseguir sentirlo suyo. Para lograr ese ambiente idóneo, tiene una fiel compañera, la música: jazz, clásica, étnica, flamenca o cubana: "Cada día necesitas un sonido distinto para trabajar". El resto de los sentidos también encuentran cobijo en el taller: el olfato se deleita con el incienso; el gusto, con zumos y picos de pan; y la vista, con las imágenes en las paredes de poetas y pintores a los que admira. Su puerta siempre está abierta a la inspiración: "Cuando estoy en el proceso de gestación de una obra paso muchas horas metido en el estudio; incluso duermo en él. Me olvido del tiempo y me aíslo de todos; nunca abandono el taller si no sé exactamente cómo voy a continuar la obra al día siguiente", confiesa. Nelson se declara un poco "maniático" respecto al orden: "No me gusta que me cambien los materiales de sitio, porque cada pincel tiene su rincón y así no pierdo el tiempo buscándolos".