12/24/2008

MURAL PARA EXPOSICIÓN ITINERANTE PARTIENDO DE ESCOCIA Y CULMINANDO EN LA CIUDAD DE GUERNICA










En 1999 un antiguo aeródromo militar situado en las orillas de la Ría Cromarty, en las Tierras Altas de Escocia, fue el escenario de una exposición sin precedente. GERNIKA! Reunió la obra de artistas de la Comunidad Autónoma Vasca, Navarra, Escocia, Inglaterra, Irlanda del Norte y Cuba en un impactante y simbólico proyecto centrado en un cuadro seminal del arte vanguardista, y un suceso central del siglo XX. El cuadro es el “Guernica” de Picasso, y el suceso fue la Guerra Civil española. El entrelazamiento de lo que fue el terrible bombardeo de los pueblos de Gernika y Durango con el mundo enrarecido del arte contemporáneo se presentó como un proyecto muy insólito. (…) Los artistas cuya obra figura dentro de este proyecto son Jose Luís Zumeta, Juan Ugalde, Nelson Villalobo, Tony Grady, Andrew Stenhouse e iñaki Eleizalde. (…) Después de haberse mostrado en Escocia, Eibar y Pamplona, la exposición culmina su periplo en Gernika-Lumo, ciudad que inspiró a Picasso para realizar su “Guernica”. A su vez, este es el motivo que ha servido para reunir a estos nueve artistas consagrados que se presentan en el Gernika Museoa: Bakearen Museoa.








Mural de Nelson Villalobos. Acrílico/ lienzo. 2 m x 10m. 1999



















12/10/2008

ULTIMAS OBRAS/ Por Omar Pascual

NELSON VILLALOBOS: MAQUINALIDAD Y LABERINTO (O... LA MÁQUINA DE HACER VERICUETOS)

“Yo desearía nada más que la introducción al estudio de las islas sirviese para integrar el mito que nos falta. Por eso he planteado el problema en su esencia poética, en el reino de la eterna sorpresa, donde, sin ir directamente a tropezarnos con el mito, es posible que éste se nos aparezca como sobrante inesperado, en prueba se sensibilidad castigada o de humildad dialogal".(1)
José Lezama Lima






I.-
Ante el amplísimo y nunca acabado quehacer artístico de Nelson Villalobos, todo intento de definición [que es lo que casi siempre trata de hacer el discurso crítico, erróneamente], es un ardid de mera falsedad, una trampa hueca, un calidoscopio de espejos que sobre sí mismos arguyen una huida, un callejón sin salida con doble pared y/o muro de fondo; porque como certeza del mismo sólo tendremos ante cualquier atisbo de razón, una duda razonable.

Por ello, he decidido re-pensar este algoritmo textual, más que desde el escamoteo del parloteante poder crítico, desde la ligereza anecdótica de quien tiene como criba, la sabiduría del que más conoce que mientras más avanza en el camino del esclarecimiento de lo que ve, nada ha de advertir.

El conjunto de fragmentos dispersos que conectados arman, ensamblan, y/o desestructuran la noción moderna de una obra de arte (o su evolución) para articularse como la producción visual del artista cubano Nelson Villalobos(2) nunca puede ser pensada como fragmento. Justo la parte que lo define, sino: lo contrario, debemos observarla, pausadamente, como la ilación de muchos “todos” que desde su desidia, hablan a coro, para ser entonces únicamente entendida o visualizada en su totalidad como lo que es: una obra coral.

Aún cuando esa “coralidad” esté estigmatizada por el desdoblamiento autoral de una sola voz; Nelson Villalobos es para la Pintura lo que Bobby McFerry es para la Música = Un virtuoso del desdoblamiento. Por tanto es desde el doblez, y sólo desde él, desde donde podemos acercarnos a su quehacer, si en verdad queremos hacerlo nuestro, o aprehender de él como expectantes espectadores, lo que Villalobos nos dice, explora o expone.

Para alguien [un creador de las llamadas: artes plásticas] que haya cubierto sus años de formación en medio de la prolifera cultura cubana de los años 70´s y 80´s; es normal y natural que la impronta jazzística y su filantrópico sentido homenajeante de pequeños revivals donde el virtuosismo se impone sobre la estructura de los standars; sea una de las vertientes metodológicas que le satisfaga el déficit del consumo y la aprehensión de una cultura de primera mano. En medio de las décadas de la “Muerte del Autor” (occidental), la descentración del discurso canónico y la petulancia de un Occidente caído y buscando un renacimiento, es normal y/o natural -volvemos incidir- que en el llamado Nuevo Arte Cubano [de aquellos años: finales del 70´s e inicios de los 80´s] se hayan suscitado fenómenos artísticos de reciclaje y desacralización de la autoría (el posible nom plus ultra categorial de la Modernidad como estigma logotificador de un saber absoluto); y que creadores como Nelson Villalobos, Flavio Garciandía, o Consuelo Castañeda establecieran como base de operaciones de su actuación ideo-estética, desmentir el dogma del estilo, desde una lógica como la del Jazz, que parte desde la Historia del Arte (o sus anquilosados cimientos escolásticos, es decir: sus verdades axiomáticas previstas como “escuelas”, “manierismos”, o “modos lingüísticos”) como un STANDARS, para desde ella (la historia) reestablecer reescrituras de un virtuosismo de recaída [retombeé, diría Severo Sarduy], donde el único dogma preestablecido es la del juego y el buen sentido del humor.

Justo porque en su capacidad reciclante, lúdica y burlona está su mitología; la Mitología misma de la Isla.





II-
Abramos un paréntesis...

Es curioso, o es al menos una rara curiosidad anecdótica el hecho de que en el marco de la Cultura [ya no solo Cubana] Nelson Villalobo, ha estado -desde siempre- mucho más relacionado a nivel proyectual [y personal] con creadores de la rama de la Literatura, y en especial, de la Poesía; que con creadores plásticos. Un dato que quizás esté cercano al sesgo que deja como huella la periférica situación que trae para un creador contemporáneo, ser graduado (Licenciado) en Bellas Artes en la especialidad de Escultura, y no en la de Pintura y/o Dibujo (tan en boga en los últimos años, en su pequeña crisis frente a la ofensiva de los “Nuevos Medios”... Fotografía y Videoart); ya que a esas alturas de finales del siglo XX e inicios del XXI, el escultor estaba en una situación de desventaja promocional, ya que su supervivencia estaba ligada o en dependencia fundamentalmente de los encargos sociales de corte monumental, o de las vertientes más decorativistas de ridículo formato miniaturista de orden casi turístico de souvenir; ante lo cual, se han trazado (desde entonces) dos estrategias de legitimación de sus actuaciones: la que posibilita el despliegue invasor-espacial de la Instalación, o el reducto de investigación más individual que sustenta la Obra Bidimensional (sea esta ejecutada como Pintura, Gráfica y/o Dibujo).

En cambio, más allá de las resonancias manierísticas de un soporte en cuestión, los ghettos y “cotos de caza” (acechantes ansiosos de un mercado especializado en y de...) de los hacedores de medios todavía clásicos o modernos, léase: la Pintura y el Dibujo; la mirada de un escultor es siempre más profunda, porque desde las superficies está acostumbrado a atar cabos interiores, constituyentes, casi arquitectónicos que hacen que un objeto deje de ser un objeto para ser un hecho artístico, una presencia insinuante, poéticamente dialogadora, estructuralmente narrativa. Y eso, lo une, ata, o compincha [cual cómplice mayor] con el quehacer de los escribas, los poetas insomnes de la literatura que le rodea.

Los poetas y los escultores, por tanto, son hacedores de formas que de las estructuras de sus lenguas, hablan. Un habla de sentido estructural que tal vez sea el motivo por el cual en muchas ocasiones se mantienen en una coyuntura marginal, dentro del marco de la industria cultural. Marginalidad que les provee de tiempo de investigación, y humildad del eterno aprendiz.


Estos rasgos definitorios de una actitud vital, definen igual posiblemente la personalidad creativa de Nelson Villalobos.

Gracias a su sentido de profundidad simbólica, y a sus inquietudes literarias, historiográficas y archivológicas nunca ha estado atado de frecuencias clasificatorias de un specific Art demodé que dogmaticen su tiempo. Si no más bien, todo lo contrario, siempre ha estado “pensando” el Arte, mientras lo hace (y hacía desde la re-escritura) de quien escrutiña en el mundo desde el rincón de un bibliófilo.



Es por eso por lo que quizás su obra se me enfoca (nunca mejor dicho por su carácter a veces de enfoque microscópico a sub-temas narrativos del Arte mismo) a modo de un estudio de la Historia del Arte, que desde el ejercicio del Arte “ensaya” una re-lectura no crítica, sino creativa, re-interpretativa de lo leído. Como si cada serie fuese un bagaje de investigación de una deriva, en la que contrapone superficialidad y profundidad, ejercicio y respuesta, búsqueda y hallazgo, formas y relatos. Como mismo lo hace el Jazz, como orlas creativas que sobre el fraseo de una armonía ya construida por el “standars histórico”, es re-interpretada y re-inducida a destruirse por el acto mismo de ser re-hecha en cada puesta en escena improvisada, o no.



III.-
De ahí que su obra se perfile cada vez como un juego de ciclos cerrados, que se comunican por un común denominador, el juego citatorio, y la raíz poética de sus artimañas discursivas.

De este modo, cada serie de Villalobo se convierte en uno de los borgianos Jardines del Laberinto del Conocimiento; y para acceder a cada uno de ellos, uno deben hallar la huella escritural que los conecta como animal policefalopoide que en el jardín mismo del conocimiento, deambula.

Desde mi punto de vista, esa huella escritural, es la propia maquinalidad de la planimetría que la escritura engendra como sistema del decir; pues las pinturas de Nelson se me antojan, eso... sistemas de escritura, donde el dibujo reina, pues es él el punto de partida del pensamiento estructural. La sintaxis de todo comienzo articulado como habla, emblema, jeroglífico, ideograma, y praxis.

Esta ideologización [casi mística] de su poética, que opta por un ascetismo introspectivo, y una postura apolítica, ha caracterizado la vida y la obra de Villalobos tildándole poco menos que de “monje anacoreta”, que de los chanchullos nacionalistas de la Isla, o los dilemas generacionales autorales, ha estado siempre alejado. Sin embargo, creo que es ese “autoexilio” (hacia la investigación y la literatura), que mencioné en un comienzo, y que más bien ahora observo como un “insilio” (como definiría ciertas actitudes isleñas Emilio Ichikawa), como un viaje hacia adentro, es el dominio de un territorio de independencia y libertad que le permite a Nelson no verse ceñido a dogmas ultramodernos tan arcaicos como estilo, autor, escuela o tendencia alguna.

Por ello es, por lo que podemos encontrar en la prolifera obra de Nelson Villalobos que va desde dibujos, grabados, acuarelas, pinturas, a proyectos murales; series enteras en las que el autor se dedica a “desmembrarse”(3) para investigar las líneas estética de autores de su predilección, tipo: Diego Velásquez, Pablo Picasso, Julio Girona, René Portocarrero, Wifredo Lam, Raúl Millán, o Francis Picabia. En especial, este último es uno de los artistas que a Villalobo más le fascina [junto a Picasso] por su diversidad de caminos estilísticos y por los giros inesperados por donde condujo la orientación de su Pintura, en un incesante movimiento de espiral en dextrógiro [una idea que cada día -a decir verdad-, cada vez más me seduce para describir la evolución de procesos visuales, y la cual cada vez más (así reiterativamente) se convierte en mi sistema analítico, y no es que repita ideas redundantes, sino... que -como diría Foucault- aplico un método]; pragmática la cual comparten.

El colocarse en el margen de los procesos o fenómenos plásticos de su tiempo, dentro y fuera de Cuba, le ha permitido a Nelson Villalobos, permanecer en territorio neutral, en un punto y/o grado cero de la Pintura, desde donde establecer una estratagema de “despistes formales”, que le desplazan como un saboteador de “guerrillas estéticas”. Como mismo lo hace un poeta cuando de un poema a otro, simplemente enlaza un modo de articular el habla, no el tema. O como mismo lo hacen los científicos, cuando regresan a la Historia del Conocimiento desde la Suma y la Resta de Saberes; los cuales conectan, desconectan y diversifican.

La Pluralidad, esa es la norma.

Así, Villalobos, entra al mundo onírico maquinal de Picabia desde el desprejuicio, a homenajearlo desde una lectura contemporáneo, con una mirada neo-pop.



IV-
BREVE ESTELA DESCRIPTIVA:

La serie: “Máquinas” de Nelson, se componen por un conjunto de obras realizadas a gran formato en tela (al acrílico), y de mediano formato como dibujos-collages sobre papel, en los cuales, el artista aplica una misma norma de estetización re-conceptualizadora común a ambos sistema creativos: el ensamblaje. Una palabra-palanca [como pudieran decir: Carlos Alberto Aguilera o Ismael González Castañer] -justo- muy ligada a la noción de mecánica.
En estos tiempos donde el sueño (y todo lo relacionado con la utopía) está permeado por la ligereza de “lo virtual”; Villalobos apela a lo más artesanal de la Modernidad como LOGOS = La Máquina, para desentrañar en ella, su cimiento más automático, su sentido más arquetípico.


Una serie donde “enchufa” [cual combine-painting mental] su noción de un “arte apócrifo”(4) con el propio carácter citatorio de la metodología del Pop Art; como si esta vez, la cultura reciclada desde la mirada del consumo fuera la High y no la Popular.


Todo lo contrario de lo que sucede con su serie: Laberintos Urbanos, en los que el camino que despliega conecta mucho más con un sinfín de búsquedas visuales atadas a la vertiente abstracta de la Pintura Moderna (y Post), que tan en boga ha vuelto el revival del Neo-Plasticismo decosntructivo que hoy día cuestiona el renacimiento de la Pintura.

Sin embargo, sin estar -para nada- relacionado con lo que proponen los deconstructivos senderos estéticos de Julie Merethu, Frank Ackerman, Luis Cruz Azaceta [y su serie: Happy Dearler], o el decorativismo de Beatriz Milhazes y Carole Seborovski; los “laberintos de Villalobos” tienen algo de ellos, y a la vez, nada. Pues entronca con esa nueva sensibilidad pictórica que desde la flexibilidad edulcorada del color, “pone en uso” una pragmática des-figurativa, micro-macroscópica, de distanciamiento y acercamiento de la mirada, o más que de la mirada, del acto mismo de mirar [la mirada es ya el resultado del acto, el mirar es la acción, el verbo hecho PRAXIS]. Con lo cual, Nelson, entra a formar parte -al menos en y con esta serie- dentro de esa Joven Tradición de creadores que se están replanteando los funcionamientos discursivos de la Pintura, para desbloquear el exceso de retórica, y potenciar el manierismo juguetón, el mero formalismo. ¿Y por qué? Si al fin y al cabo, el Arte, como todo contenedor expositivo de un sistema lingüístico, únicamente es entendido gracias al desenvolvimiento evolutivo de sus formas.

Separándose a la vez de ellos, tal vez, porque las preocupaciones intrínsecas que le han motivado a ejecutarlas está fuera de los discursos retóricos dominantes que en torno al Arte se esgrimen, ya que están mucho más pegados a las Teorías de la Física Cuántica de las Cuerdas infinitas, mediante las cuales cada humano debe medir su universo.

Pero, para que tampoco despreciemos la potencialidad dialogadora de estas obras, encontramos que su manierismo obsesivo, casi neurótico, aborda un sin número de referencias que igual nos recuerdan el homenajeante sentido tautológico que poseía la pintura de Portocarrero, o Millán; dos grandes exponente del automatismo de Kansdinky pasado por el oleaje movido de La Habana.

Y ahí..., en ese habanerísmo modo de sentir la Pintura, también hallo en Villalobos una plural autenticidad [esa palabra hoy día considerada endémica, e incluso retrógrada en ciertos círculos intelectuales] indiscutible. Fruto del Carnaval Barroco, y del más despampanante fervor terapéutico de hacer Arte, como sistema de escritura maquinal que desde su maquinalidad argumenta un mapa de si mismo. Así, como lo sentían y argumentaban -fundacionalmente- en su momento inicial, la pioneros de la Vanguardia Histórica.

Obras éstas, que navegan en un mar de su propia saliva, su propia salvia salvadora, su propia acuosidad (pictórica o no) elocuente de sus Islas Mitológicas en un único Mar, unas islas oníricas, laberínticas como las de todo sueño lejano, que están unificadas (como archipiélago de sí mismas) por el Mar que las engloba, y las hace suya.


“... ansias de que escribas en mí-
-el arquetipo, orla, espejo que no está
sobre el camino. Fugo de mí, me escondo-
pero sé que me ves...”
Ángel Escobar



Omar-Pascual Castillo
Granada, España
Otoño de 2005


(1) Tomado de: Juan Ramón Jiménez en Cuba, (1937) publicado en Coloquio con Juan Ramón Jiménez, en las Publicaciones de la Secretaría de Educación, La Habana, Cuba, 1938. Páginas 157-159; según el Diccionario Vida y Obra de José Lezama Lima, de Iván González Cruz, publicado por la Consellería de Cultura i Educació, Valencia, España, 2000. Páginas:222-223.

(2) Quien desde hace cinco años reside en Galicia (en Vigo, para ser específicos) como último reducto de su “autoexilio español” [idea en la que ahondaremos más adelante], donde va estableciéndose como Nómada Mayor desde cerca de una década y media.

(3)Sobre esta idea, Villalobos incluso ha elaborado un proyecto (el proyecto de su vida) el cual se articula como si él mismo funcionara como un grupo autoral, bajo el estratégico y simbólico nombre de Rupturas; donde de alguna manera Nelson suple la ausencia de una monótona autoría por una proliferación de firmas autorales apócrifas, un camino que luego han desarrollado en la Plástica Cubana proyectos como ABTV, Eigthies, SA, o DUPP. O que en el campo de la escritura desarrollaron fuera de Cuba, el Maestro Pessoa, cuyo “herencia literaria” Nelson admira sobremanera, y dentro de la Isla, el creador de casi eternos heterónimos Luis Rogelio Nogueras, con el cual el artista personalmente no simpatiza lo suficiente como para especular que estuviese conectado con su sistema; o que concuerda con la supuesta tesis de la Muerte de la Escritura Tropológica que desarrollaron el radical Grupo Diáspora(s) -integrado por: Rolando Sánchez Mejías, Carlos Alberto Aguilera, Rogelio Saunders, Richard Pérez, Pedro Márquez de Armas, e Ismael González Castañer- y sus derivas (otras poetas amigos que sin pertenecer precisamente al grupo sí orbitaban alrededor suyo, como Omar Pérez, Antonio Ponte, Armelio Calderón, Víctor Fowler, Rito Ramón Aroche, Caridad Atencio, Chargo Méndez, y yo mismo: Omar-Pascual Castillo); o con el legado de su gran amigo Ángel Escobar; en quienes definitivamente su obra sí encontró un asidero redentor, como ilustración de un ideario rizomático deluezeano, que le vino “como anillo al dedo”.



(4)Por otro lado, creemos importante entender, que para un artista de la generación de Nelson Villalobos, el fenómeno de libertad y libertinaje apropiativo que condujo el discurso de la Post-modernidad y su supuesta “Muerte Autoral”, les hizo comprender la noción del plagio, desde una coyuntura, intertextual, de mayor heterodoxia y divertimento. Por tanto, el apócrifo (y el heterónimo), sustituyó al epígono. Dos conceptos que en verdad, parten de presupuestos metódicos bien diferentes, pero no antagónicos, y que podría valer la pena contrastar en otro momento, ...quizás hasta en otra interpretación especulativa relacionada con N.V., más amplia. Pero no ahora.

10/14/2008




EL PINTOR Y EDITOR CUBANO NELSON VILLALOBOS EXPONE SUS CREACIONES INSPIRADAS EN VIGO
TERESA CUÍÑAS/ EL PAIS/ Vigo - 06/12/2007
http://www.elpais.com/

Acrílico/ Lienzo. Medidas 200cm x 400cm. c/u 2007


Dice que le inspiran las ciudades y la que habita desde hace cinco años le ha servido de musa creadora del genio que transmiten sus trabajos más recientes, expuestos desde ayer en la Casa das Artes de Vigo. El cubano Nelson Villalobos, pintor, escultor, dibujante y serígrafo, muestra también su mirada propia sobre Vigo, ciudad en la que recaló tras La Habana, Madrid y Barcelona.

Ciudad y representaciones confluyen en su trazo. "No pinto de acuerdo con lo que mis ojos ven, lo que hago es una transposición visual de lo que pinto. La serie panoramas de Vigo, por ejemplo, es una cierta idea de la ciudad donde vivo y pinto con mi familia y amigos, como el poeta Carlos Oroza, quien aparece en algún retrato como gran paseante que es por sus calles. Vigo es una ciudad de caos, de esquinas, de luz, de mar, de humedad, de colores y de poesía. Es la ciudad que pienso, no la ciudad perceptual que produce mi visión", indica. La geometría es el valor predominante en este conjunto de obras.



De La Serie Laberintos Urbanos. 80 x 100cm. 2007


Hasta mediados de enero estará abierta la muestra, articulada en series de cuadros, el modo preferido por el artista para trabajar porque, lienzo a lienzo, desarrolla sus reflexiones: "Cada serie tiene una cantidad de obras, de sentimientos que van cambiando para avanzar y en otras se retrocede para volver a empezar". Además de la serie geométrica, Islas se compone de dibujos a lápiz y acuarela sobre cartulinas y en otro ciclo escoge las formas circulares para configurar las mitologías urbanas nacidas de su disciplinado talento. "Estas obras me han costado 49 años realizarlas, nunca he pintado con apremio, sí con mucho trabajo diario y con emoción", reflexiona el artista.




De La Serie Islas. La componen un total de 16 piezas de medidas 5 x 50cm. 2006

Algunos trabajos expuestos alcanzan dimensiones monumentales de dos por dos metros y hay hasta seis paneles que miden cuatro metros de largo. En ellos, la vista se queda atrapada en la explosión del color, el rasgo que unifica una obra variopinta concebida como "un himno al color y a la luz"·. Una gran instalación realizada ad hoc ocupa el centro de sala. Jardín reúne 70 piezas sobre el arco iris. Son esculturas de cartulina serigrafiada que, según Villalobos, recrean el símbolo del infinito y que, en cierto modo, recuerdan a las cadenetas infantiles recortadas en papel continuo.




Acrílico/ lienzo. 200cm x 400cm. c/u. 2007


Nacido en Cienfuegos en 1956, Villalobos se licenció en Pintura y se graduó en escultura por el Instituto Superior de Bellas Artes de La Habana. En la capital cubana participó en la fundación, junto con otros artistas, del prestigioso taller de serigrafía René Portocarrero, desde su nacimiento en 1983 y hasta 1988. Portocarrero, el gran pintor de la tradición afrocubana, también destacó como ilustrador de libros. A ese oficio sigue dedicándose Villalobos desde su estudio vigués con mimo de artesano.






ANGEL ESCOBAR/ NELSON VILLALOBOS




Último poema escrito por Angel Escobar। Es un texto que no tiene título y que está dedicado a su amigo, el pintor Nelson Villalobos :


La permutación de las cosas son en Villalobos
la creación de un mundo soterrado que cuando
está en sí, y siempre lo está, hace nacer
de lo aparentemente muerto y trivial
una primavera que carga con todas las estaciones.
Puede que esto sea, y lo es, un lugar común,
De eso está lleno el mundo. Mis palabras
Se acercan, pero también se alejan,
Ellas mismas buscándose, y no, no están, no vienen,
Sólo ven las infinitas posibilidades en el color
Y el sabor de lo que vislumbran un cuadro
o una escultura de Nelson. Ustedes puede
que se le acerquen ahora, yo siempre he estado
allí, aquí, acullá, en eso que él ha querido
llamar villalobismo। Y por qué no,
cada uno tiene un modo de entenderse a sí mismo,
y él está buscando o ya encontró esa manera,
se mira y se ve, y eso es un privilegio,
ser su propio espejo, que tu obra te refracte,
y que nunca te repita como se repite a diario
el juego de las decapitaciones। Vea Ud। e intuya
este incurrir de Villalobos en formas que se fugan,
y si son capaces, en su fugacidad, adquieren
la fijeza, y ese desprenderse imantado
alegría o tristeza, y siempre la sorna de los estilos
que se buscan ya estando en el palacio de la significación.





Ángel Escobar. Cuba, 13 de febrero de
1997










VISITA DE WIFREDO LAM A CUBA, 1986


Nelson Villalobos fue el artista seleccionado por Wifredo
Lam en el año 1986 dentro de innumerables propuestas presentadas por varios artistas de Cuba para la realización de un busto al artista internacional. Esta pieza cuenta de gran valor ya que fue el único busto que se realizó a Wifredo Lam en vida.

Del mismo se realizaron dos piezas en bronce una forma parte de la colección del Fondo de Bienes Culturales de Cuba y la otra pieza se encuentra en París, propiedad de la viuda de Wifredo Lam.
El prototipo original es propiedad y forma parte de la colección del artista Nelson Villalobos.




La Habana, 1986






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"El FIN DEL CANON"/ por Rufo Caballero


La pintura es para él un divertido poliedro, un cubo de Rubik sin la única y aburrida solución, exacta, infinitamente delicioso en sus sorpresivas combinatorias de tantas fórmulas. Se acabaron los sistemas totalitarios, es la epifanía del fragmento y la opción múltiple.

Comparte con Picabia la locura de levantarse cada día con una proposición estética distinta. Picasso sigue siendo su adorado-tormento, lo copia deliberadamente, lo plagia o lo critica con respeto, pero le importa un comino que las búsquedas no siempre encuentren. Ayer tuvo a Cézanne y el cubismo en el pulso, mañana va a entregarse al icono urbano o sencillamente va a remitir su obsesión por el tema de la muerte a la ambigua plasticidad de Andy Warhol; hoy está pintando un cuadro que tiene del surrealismo y el hiperrealismo como también de la pintura metafísica. De Chirico o de la estridencia formalista de las fieras. Todo lo va a disponer con la diversidad de planos que le aportan los lenguajes audiovisuales, jugará al bad painting y la impronta del graffiti mezclado con el arte salvaje o el candor de la pintura infantil. Dice Nelson Villalobos que juega todos los días a ser pintor.

Ciertamente el color y el dibujo, protagonistas de sus códigos, asumen el expresionismo y la gestualidad como constantes, pero suelen distanciarse de cualquier ideal rector. Pueden alimentar lo feo como valor artístico, o sea la valía de lo feo intencional y virtuoso, o pueden recrearse en el preciosismo de la buena pintura, probar incluso con la perspectiva clásica. Y pongamos el stop a tiempo: prima la mezcla desenfrenada, el consciente inclusivismo, la jerarquía de la intuición y el instinto en el acto de pintar, el espontaneísmo a lo Pollock y el dripping, pero los resultados jamás han de confundirse con el tirapiedras del francotirador o la anarquía del improvisado. Las obras revelan el credo abierto de un profesional que hasta inconscientemente observa las leyes más elementales de la composición visual, esas mismas que en todo caso trata de subvertir.

En fin, un saludable gusto por el eclecticismo y la mutación-tremenda señal de vida-, una peculiar revisión de la historia del arte sin aspiraciones de repostularla y sí de villalobizarlas en función de nuevos goces estéticos, la desfachatez en la apropiación libre de todo prejuicio, el placer del remedo, la originalidad de revitalizar una atávica verdad: nada hay totalmente nuevo bajo el sol. De manera que opera una dialéctica contradicción cuando el artista a diario necesita la novedad para dinamitar la rutina de la repetición, y al propio tiempo apela a u criterio de lo nuevo radicalmente acendrado en la herencia cultural de la humanidad, nada coincidente con aquel darwinismo lingüístico que impugnara Bonito oliva. Por otro lado no cero que la manifiesta voluntad de cambio en el caso de Villalobos implique, como se sospecha, una furibunda negación del estilo; antes bien, sólo induce a aceptar que su sello radica justo en la pluralidad, en el estilo de lo múltiple reelaborado. Así, es cierto que a veces se parece a Moisés Finalé, Zaida del río o varios neoexpresionistas alemanes y transvanguardistas italianos, pero todos ellos también pudieran parecerse a él. Depende

Los objetos a la mano, la casa, la mujer, la familia, el país, su cultura, el mundo le proveen de un repertorio de temas y asuntos donde señorea la realidad cotidiana, más como blanco de su identificación afectiva que como motivo de demandas reflexiones éticas. Vuelve siempre sobre el autorretrato y así a una afirmación placentera y autocognoscitiva que descarta el trasnochado narcisismo, o sobre el tema de la muerte que lo subyuga con especial dramaticidad, sin falsos desgarramientos, un tanto a la manera del realismo mítico que ocupara a Rulfo. También asiduo, su tratamiento del sexo no fluye con la óptica de la desacralización: el pintor vive y piensa con tal desenfado que apenas mistifica, por consiguiente nada necesita mitigar.

Recrea el Kitsch que lo circunda en Apodaca y Factoria como el que aprecia en sus periplos por Europa, asumiéndolos en condición de presencias integradas, sin pedantescas pretensiones aleccionadoras o culturosas. Otras veces desta su nostalgia ante asuntos recurrentes en la historia del arte, el artista y la modelo por ejemplo, o enrumba el ejercicio plástico hacía la persistencia de signos de las sociedades tradicionales, el pensamiento mal llamado prelógico y las pictografías caribeñas en la visualidad contemporáneas a través del antropomorfismo, la convención hombre-pájaro, los ideogramas, símbolos, máscaras y otros motivos de la afrocubanidad. Todo bajo el prisma del humor, ya sea el chiste inocente, ya la sutil ironía, ya el esperpento carnavalesco.

Justamente el desprejuicio más absoluto y la constante apertura de los códigos con que se divierte Villalobos- o con el que agoniza, en el fondo quien sabe- explican la reverente acogida que le tributan en no pocos centros metropolitanos del arte, donde hoy tienen lugar importantes procesos liberadores para la cultura artística. Como ya hubo de todo, modernismo y postmodernismo, vanguardia, neovanguardia y transvanguardia, caballete, arte efímero, experimentalismo y vuelta al caballete, al cabo bulle la feliz idea de una hora cero a partir de todos los caminos individuales, más allá de la tiranía que implicaban dos o tres tendencias en primacía y la correspondiente unidireccionalidad del mercado. Véase cuán oportuno deviene entonces Villalobos, aun cuando para seguir fiel a sí mismo mañana se levante cavilando que la propia pluralidad y hasta este texto que hoy se escribe son no más esas otras convenciones que en definitiva también habría que subvertir.



Texto: RUFO CABALLERO
La habana, 1990



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10/13/2008

ENTREVISTA DE ADALBERTO ROQUE A NELSON VILLALOBOS

"Villalobos o el trabajo contínuo"

Es bien conocido por pintores y dibujantes que la superficie blanca de una cartulina o lienzo, puede poner a titubear a cualquiera, máxime si ese alguien está enfrascado en la febril lucha por encontrar un camino propio, capaz de facilitar la salida de aquellas ideas que se van gestando en el artista.

A pesar de tal premisa, para muchos la presencia del rectángulo blanco les provoca la incontrolable necesidad de trabajo, de cubrir la muda superficie para transformarla en parlante realidad bidimensional, sea con crecientes planos de color, violencia gestual o asiática paciencia.

Nelson Villalobos Ferrer es un joven para quien el trabajo continuo es la única forma de crear algo digno y propio dentro del arte. Nacido en Cumanayagua el 11 de diciembre de 1956, cursa el quinto año del Instituto Superior de Arte en la especialidad de artes plásticas. Apasionado admirador de los dibujos caligráficos de los niños y del arte en general, hace hoy realidad sus sueños de ser pintor.

“Me interesa enseñar y pintar. Aprender de los alumnos, hay cosas que ellos experimentan que uno va asimilando; además, hace años que vengo trabajando a partir de la infancia.”

“¿Qué es lo que más te interesa de los niños dentro de las artes plásticas? ”sobretodo la actitud ante el papel en blanco, la manera de concentrarse, la forma de poner el color, la ingenuidad con la que plantean el tema.”

“¿Se puede hablar de varias influencias en tu obra? ¿Cuáles consideras determinantes?

“Las relaciones con Wifredo Lam fueron de las experiencias mejores que he tenido porque además de conocer al artista, conocí al hombre. Aprendí que mientras más grande es alguien más sencillo es. Por él aprendí amar mucho más la naturaleza, a verla más.”

Recuerda: “Cuando lo conocí, yo trabajaba fundamentalmente la escultura y, de vez en cuando pintaba. Fue pintura lo que le mostré; él reparó en mi trabajo y me alivió mucho. No lo puedo olvidar, me dio muchas lecciones”.

“¿Recibiste influencias de su obra?”

“Por estar en una etapa de investigación mi obra es muy variada. Es una cuestión que yo me planteo, ya sea en el aspecto técnico, el tema o la concepción del cuadro. Últimamente lo que hago es trabajar por series y cuando entiendo quye etsá agotada, salgo en busca de otro camino. Una de estas series está influida por Lam. Siempre me ha impresionado su pintura”

Agrega:” Julio Girona me influyó, al menos en la concepción del cuadro y en los elementos a emplear en él. Pero, uno de los pintores cubanos de quien más yo he aprendido es de Antonio Vidal, tanto en el plano artístico como en el humano”.

“¿Qué opinas de la actual generación de artistas plásticos cubanos?”

“Es bueno que existan contradicciones para engendrar desarrollo. Es válido todo tipo de arte. Esto enriquece la cultura. Es un paso de avance que se acepte el arte conceptual, por ejemplo, pero, ello también puede traer confusiones; cosas que serán arte, cosas que no. Artistas que serán muy sinceros, otros que no lo serán. Y, en general creo que cualquier manifestación artística debe ser sincera y de rigor.”

“Por tu vocación de lector, crees que desde la literatura alguien ha podido influir en tu concepción del arte?”

“Busco en la pintura dejar la huella humana. Y esto lo encuentro en Dostoievsky, quien trabaja mucho con la psicología de sus personajes. Pienso que la literatura dota al hombre de cierta sensibilidad que surge cuando está creando.”

“¿Qué ha significado para ti estudiar en el ISA?”

“En el Instituto he podido estrechar relaciones con mis compañeros, además de estar trabajando y aprendiendo, debatir nuestro criterios artísticos que, finalmente, proveen a uno cierto desarrollo en las ideas estéticas.”

Sobre su obra actual, dice:
“Trabajo diariamente en mi tesis de grado. Pintar me cuesta siempre mucho trabajo. Cuando termino un cuadro me siento liberado del sufrimiento que me provoca la evolución de este, luego, comenzaré de nuevo a sufrir, y así sucesivamente…”


Entrevista realizada por Adalberto Roque, Cuba, 198_
Roque, Adalberto. Villalobos o el trabajo contínuo. En,
http://www.algopersonal.com/





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8/10/2008









EXPOSICIÓN TEMPORAL EMBAJADA DE CUBA EN CANADA


NELSON VILLALOBOS
Was born in Cumanayagua, Cuba, in 1956.
Has presented personal exhibitions in Havana and other Cuban venues, as well as Zaragoza, Huesca and Pamplona (Spain), Karlsruhe (Germany) and Paris (France).
Has presented his art works as part of collective exhibitions in Rijeka (Yugoslavia), Barcelona, Zaragoza and Madrid (Spain), Mexico City, Moscu (Russia), Paris (France), Boston and New York (U.S.A.)
Some of his works are part of museums, institutions and private colections in Havana, Cienfuegos, Zaragoza and Pamplona.
International awards:
- Finalist at the XXV Interational Drowing Award "Joan Miro" (Barcelona, Spain)
- Painting Award at the 1st. Painting Biennial "Jaime Guash" (Barcelona, Spain)
- Painting Award at the 1st. Painting Contest "Peña Soltera Aragonesa" (Zaragoza, Spain)
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www.iosphere.net/~ottawcon/Galtem
Source: "Revolucion y Cultura" magazine





(1)"La isla que por el mar baila, crece en el despertar del azul" 1996, Acrílico/tela
(2)"El Greco sueña al despertar por la caricia" . Acrílico sobre tela, 187 x 158 cm. 1993







(1) "Buen mirar de ojos". acrílico, 41 x 27 cm. 1996
(2)"Aquí son numerosos los atropellos". Acrílico sobre tela, 90 x 180 cm. 1995






(1) "La pesca que se extiende silenciosa" Acrílico/ cartulina 70 x 49 cm. 1992
(2) "Formas visitadas enla playa" Acrílico/tela 220 x 150 cm. 1993





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8/09/2008

ACERCA DE LA VARIEDAD, LA SINTESIS Y LA MUCHA PINTURA DE NELSON VILLALOBOS. GALERIA NESLE. PARIS,1993


Acrílico/papel. 1992. 114 x 81,5cm





(1)Acrílico/papel. 150 x 107cm. 1992. (2) Acrílico/ papel.220cm x 200cm. 1992






Acrílico/ lienzo. 200cm x 350cm. 1993.




Hace ya algún tiempo que sigo la obra de Nelson Villalobos. Aparte de las colectivas, he visto tres muestras de este artista en otros tantos años, una de ellas semiantológica, ya que abarcaba de1985 a 1992. También conozco el último de sus estudios en Zaragoza. De manera que creo tener impresiones fundadas en el trato directo con la persona y con la pintura. Y debo decir, por lo pronto, que dada la exuberancia multiforme de su producción, hubiera esperado cierto desorden en el taller. Pero no es así, desde luego, puesto que pronto descubre, sin concierto rígido, un sistema que se encamina a la funcionalidad. Pienso que las muchas variantes con que parece rechaza estilemas unitarios se apoyan en su enorme y versátil trabajo productivo. Aunque tampoco desestimemos el gusto ecléctico que elige cuanto le place de las distintas experiencias.


El primero de sus dos manifiestos de “RUPTURA” va firmado por Villa, Lobo y el otro, mientras que en el segundo habla de un grupo en el que participan Nelson, Villa, Ferrer y Lobo. Todos se reducen, sin embargo, a él mismo con la única compañía de s nombre y apellidos. Asume de tal modo la diversidad que prefiere parecer varios en un intento con cierto talante provocativo. Claro que también en la presente exposición encontraremos tres planteamientos distintos. Pero “en el villalobismo” – y son palabras suyas- todo es arbitrario, porque todo tiene razón de ser”. Así admite rasgos magistrales, como los de Klee, Matisse, Miró o el inevitable Picasso, junto a la huella hispanoamericano de Lam. O la más reciente y europea del esquemático Penck. O la de Goya. Nelson es ducho en digerir y llevar a término compatible enfoques muy diversos, con el nexo común del gusto por la factura. Algunas definiciones del arte insisten, a fin de cuentas, en el acto técnico de “hacer” con uso de materiales e intencionalidad.


Su actitud integradora nos lleva de la mano a considerar un sincretismo muy propio del origen caribeño. Con frecuencia lo ha manifestado, si bien menos explícito que en la etapa inmediatamente anterior con la que hoy enlaza. A comienzos de 1993 comencé la síntesis entre la cultura africana animista y al española católica, con pre4sencias como la del misterioso Changó, que es también Santa Bárbara, siempre con su hacha encima. Personaje que, por cierto reaparece una y otra vez en su trayectoria. El primer grupo de lo que prepara para su próxima salida ante el publico anda ahí, por lacedemonia nocturna- sombrío incluso de paleta- por el ídolo y por la máscara. Lo que me enseña ahora se inicia en el papel e implica un carácter más espontáneo dentro de los símbolos y del código personal. Después lo amplía hasta los dos metros. Desde lo previo llegan los esquemas, semejantes a los antiguos antropomorfos, que recuerdan a Penck, aunque resulte más gráfico y villalobos más pictórico.


Sigue un capitulo diferente, ya que parte aquí de collages pequeños, con elementos pegados en realidad, para elevarlos luego a pinturas grandes sobre tela. Esa especie de mosaico le permite unir fragmentos desiguales, cada uno de su tendencia, como clásicos, históricos de otros periodos, fantásticos, kichs y abstractos de color plano. Cabe situarlo entre dos polos: el zúrrela, tan aficionado a los fotomontajes imaginarios, y el cubismo que conlleva factores racionales y es la raíz de cualquier rama constructiva. Porque Nelson resulta más racionalista, se preocupa más por las composiciones y los ritmos. Junta además lo figurativo con lo que no lo es, lo que finge volumen con lo que no lo tiene, las degradaciones con los tonos uniformes. No falta la cuidadosa transcripción de los rasgados originales del papel que traducen por el blanco del soporte, para una calidad tan ilusoria como deliberada.


Por lo que al tercer bloque se refiere, constataremos un eco de las piezas iniciales, puesto que Nelson Villalobos retoma parte de su iconografía. Otra vez hayamos a Changó con el hierro doble sobre su cabeza, como una estilizada cabellera de antaño. Para el que no necesitamos otros modelos que los pictogramas del Caribe, las imágenes populares cubanas o a los fetiches negros. Igual que los hombres-flecha, igual que los guerreros, se inscribe en campos de bastante complejidad, casi como un emblema; pero lejos de simple grafismo, ya que admite una materia relativa en los fondos y también textura en los motivos, a veces sustituidas por el liso brillo del esmalte. Ha vuelto más libre y directo que nunca, con más desparpajo en el decir, con más juego en la transparencia de sus aguadas, más colorista, solo comparable a sus frases ya remotas, recién venido a españa. Con ese repertorio alude Nelson Villalobos a costumbres ancestrales, a ritos prehistóricos, a fiestas de génesis lejanas, a carnavales que arrastran el erotismo de los trópicos. Le gusta contarnos de donde viene. Pero le interesa, más que nada, pintar.



Ángel Azpeitia

Zaragoza, 1993







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5/13/2008

UNA VIEJA RELIGIÓN. Exposición "MANERAS SIN REMORDIMIENTOS" por ALDO MENÉNDEZ


Muchos pueden ser los mundos que nos influyen, o los submundos que nos cautivan. Aunque el hombre no lo quiera, la potencialidad de esos orbes lo tocan. Así, este que sonríe siempre y parece feliz, que aparenta estar sumergido totalmente en su particular universo, ámbito de paz y armonía, como un templo, de algún modo refleja lo que ni siquiera a veces se atreve mirar cara a cara. De suerte que sobre las telas y papeles sus pinceles desprenden un gris que nos ataca, y deslizan cuerpos que aunque serenos a primera vista, padecen o protagonizan un transe extremo.

Algo inquietante y herido por sombras, que se adentra en la religión de los negros africanos, fundada de esta lado del océano, nos conduce a un panteón de invenciones, quizas sudverticiamente consagrado a la muerte, donde a fuego lento, pedazos de la realidad casi indescifrables, están marcando a dioses surgidos de su imaginación demasiado caprichosa.


¿Qué drama cotidiano se infiltra? No importa, ya lo sabemos…


Nadie debía viajar sobre esta isla condenada a grandes estremecimientos, nadie verdaderamente sensible, sin intentar dar un paso en su íntima expresión a algunas de las crestas de sentimiento que la agitan.


Y ahora en el momento más aciclonado de la isla aparece el lobo, el solitario Villa-Lobo, como quien trae ingenuamente, casi sin querer, la respuesta de una pregunta que todavía no nos atrevemos a formular, porque en fin, es materia interior de la ola, paisaje de la ola por dentro; mientras la mayoría seguimos mirando despreocupados la textura externa de la ola, según ella se desliza cual mole incontenible u gigantesca hacía un punto de la geografía marina, en que surgirá seguramente una cresta.


¿Es solo el toque que da esta tierra al expresionismo de siempre y de todas partes?, ¿es el matiz local, la situación singular al margen o desfasada de la moda?, ¿es la mezcolanza caprichosa que el cubano trae en la sangre o la mezcolanza racionalista que el europeo ensaya en sus laboratorios culturales y se nos mete en el cuerpo por algún viaje?, ¿es eso lo que se observa en estas obras?, ¿es eso lo que produce una vibración tan especifica?. Creo que es todo eso y es mucho más. Es una vigorosa alegoría, es también la inevitable alegoría, la que sale a relucir aún cuando estemos seguros, resguardados en nuestro refugio; aún allí, es ese fragmento de realidad que sin permiso hace violento el reposo deseado y agresiva la intención más delicada, más discreta, más sublime.



La Habana, 1990






EL PINTOR VILLALOBOS por JULIO GIRONA. Para la Exposición "MANERAS SIN REMORDIMIENTOS"

He seguido la trayectoria de Nelson Villalobos. Su serie de la exposición que efectuó en Alemania fue para mí una revelación. Conocía su obra anterior, donde mostraba ser un pintor de talento, pero las pinturas que exhibió en Europa eran ya las de un artista logrado, seguro. Durante varios días pensé en esos cuadros, de un dibujo suelto, espontáneo. La gente a mi alrededor parecía haber salido de sus telas, y el mismo pareció que se había vestido para andar por la calle y montar en guagua sin problemas.


En esta exposición vemos que el pintor no se detiene, que busca y encuentra, nos sorprende y se sorprende de sí mismo. En sus imágenes de forma primitiva, y sus figuras con cabezas de pájaros y búhos, que surgen en un escenario de magia, y se revela como poeta y el pintor. Sus pinturas son de dimensiones grandes, no importa el tamaño.




LA HABANA, 1990




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5/12/2008

NELSON VILLALOBOS "CADA DÍA NECESITO UN SONIDO"


Nelson Villalobos posa en su taller, en el centro de Vigo. / Foto MIGUEL NÚÑEZ
Faro de Vigo.Domingo 09 de abril de 2006

NELSON VILLALOBOS “Cada día necesito un sonido”

Apenas lleva tres meses en su nuevo estudio, pero cada rincón rezuma ya el carácter curioso, viajero y creativo de Nelson Villalobos (Cumanayagua, 1958). El pintor cubano dedica cada estancia de un céntrico piso de Vigo a un trabajo diferente: la pintura, la escultura, la fotografía y la biblioteca, que mima con el orden más delicado. "Necesito bastante espacio, porque acumulo cientos de objetos que encuentro y que con el tiempo, a veces años, pasan a formar parte de mis obras, explica. Hierro oxidado, piedras, cables, tablas, herramientas viejas, recortes de revistas... Nelson dota a cada objeto perdido de un nuevo significado. Ahora trabaja en las "islas", originales esculturas que se construyen sobre piedras. Confiesa que le "duele" cambiar de estudio y adaptarse a un nuevo espacio, conseguir sentirlo suyo. Para lograr ese ambiente idóneo, tiene una fiel compañera, la música: jazz, clásica, étnica, flamenca o cubana: "Cada día necesitas un sonido distinto para trabajar". El resto de los sentidos también encuentran cobijo en el taller: el olfato se deleita con el incienso; el gusto, con zumos y picos de pan; y la vista, con las imágenes en las paredes de poetas y pintores a los que admira. Su puerta siempre está abierta a la inspiración: "Cuando estoy en el proceso de gestación de una obra paso muchas horas metido en el estudio; incluso duermo en él. Me olvido del tiempo y me aíslo de todos; nunca abandono el taller si no sé exactamente cómo voy a continuar la obra al día siguiente", confiesa. Nelson se declara un poco "maniático" respecto al orden: "No me gusta que me cambien los materiales de sitio, porque cada pincel tiene su rincón y así no pierdo el tiempo buscándolos".

5/11/2008

NELSON VILLALOBOS. DIBUJOS Y ESCULTURAS. GALERIA MARÍA PREGO. VIGO 2007


Abril de 2007

NELSON VILLALOBOS. DESDE SU PROPIO INCENDIO.
A Lázaro, porque nos faltas.Para Nelson, que no me faltes

Estos son años caóticos, devaluados, atrofiados en lo sublime y en lo puntual, verdaderos adjetivo para calificar la referencia a lo bello। "Hiper" es el único prefijo que se acerca a lo inconmensurable de nuestra vida, y esto cada vez deja más lo inalterable, lo divino, lo excepcional। Nos alejamos de los encuentros fortuitos, esos que son mágicos en su luminosidad, su ingenio, su maravilla। Encontrar es sinónimo de una búsqueda tortuosa, estéril, que subvierte de por sí la etimología del verbo, porque nos priva tajantemente del asombro y la iluminación।Por eso el confluir de los proscritos de la vidriera, los que se niegan a la representación burda de escaparate virtual y efímero, es siempre la posibilidad única del estallido sincopado y dulcemente agónico del paladeo de la belleza, en lo que esta comparte con dos estados míticos: el nirvana y el orgasmo: efímera pero indeleble; instantánea pero eterna; incomprensible pero iluminadora। Así es esta muestra del pintor Nelson Villalobos, que jalonado por el encuentro con el poeta Carlos Oroza, describe el instante de confluencia entre su especial mundo contemporáneo y el caudal infinito que el poeta, afincado en Vigo, atesora en la oralidad paradójica de sus sensaciones. " Me imagino un incendio en la India/ un fuego propagado en Europa" dice un día Oroza, enaltecido como siempre por su visionaria mirada. Nelson transcribe en sus nuevos dibujos, algo que le es afín, que lo emparenta con estos versos. Un rutilante Oriente, que expresa, no sólo una habilidad antológica para la línea, para el dibujo, para la especialidad alterada, para el vacío que es el todo más enriquecedor; sino en esa cosmovisión que supo consolidar desde que se encontró con el mundo: esa donde el espíritu es el portavoz de la profecía, donde nada se excluye y nada se divide, donde todo se conjuga para expresar lo que los románticos llamaron "weltanschauung" y que no es más que la visión mítica del mundo, anterior a la historia, donde no existen barreras para conocer y para convivir. Oriente está presente en esta serie de dibujos, en la sutileza de la línea y en el relleno espiralado de los volúmenes, en la exquisitez del erotismo insinuado, que se aleja de la vulgaridad y nos transporta al mundo de las esencias, de la tactilidad de la seda y de la ritualidad de la tradición. Un mundo transido de ligereza, de blandura delineada: "Rigidez y dureza levan a la muerte, /debilidad y blandura, a la vida llevan" . Pero ese fuego del que habla Oroza, esa combustión europea que se propaga, está presente también en esta serie de dibujos. Primero y más superficialmente, en el colosalismo de su realización: proporciones inmensas, grandes figuras que nos llaman, espacios cotidianos e interiores, listos para ser habitados ; después en esa inclinación a la sensualidad gestual de Matisse, más emparentado con la representación plástica, que con la provocación conceptual.

Concurre también un exorcismo dadaísta, una tendencia explícita a la teatralidad como ruptura del pensamiento lógico que se entronca con lo onírico expresivo de lo surreal, todo eso sí, explicitado a la manera de un muralista, no ideológico, no patriótico, sino subversivo, tatuador de ciudades, embellecedor de muros decadentes, grafitero y calígrafo de palabras inteligibles, donde homenajea al amigo que no está, el aedo que sacralizaba el ron y la melodía, recitando poemas desde la dulzura y desemboca, batido, mezclado con la exquisitez de un alquimista, en un mundo personal, minucioso, donde cabe todo aquello que lo define y lo vivifica. Y cada vez que crea un fragmento del mundo, expresa un amor inconmensurable hacia sus principios, hacia su estética, pues esta es y será para siempre, su ética. Ética/estética tribal, simbolista, cosmopolita, poética, donde uno se sumerge en la crisis misma del hombre que fue, del hombre que es, del único hombre y su misma crisis, para salir transido de esperanza, del reencuentro en el laberinto, sin más equipaje que ser uno mismo. ¿ Que diferencia lo que vemos hoy en estos dibujos de lo que nos llega del mundo exterior? Su audacia para proponer alternativas, su increíble maestría para devolvernos entero un mundo roto, su apego a la humanidad primordial, donde la idea de la inocencia, trasmitida en la mixtura cultural de símbolos propiedad de todos, sin líneas culturales demarcatorias, era la idea del cosmos, de nuestro universo interior. La diferencia radica en la falta pose, en la humildad del iluminado, del sabio que conjuga y aprende; del chamán que nos conduce y nos incita al viaje iniciático. Un viaje interior a un solo hombre, que forma parte de la idea colectiva de la humanidad. Y como chamán nos trae de vuelta, temblorosos, asustados, perplejos. Pero libres, descargados. Nelson es un brujo, un sacerdote de la belleza y la idea, un braman portentoso que levita y sueña nuestras pesadillas, para devolvernos, después de ver su obra, un sueño plácido y reparador Nada de lo que vemos aquí es un credo, sólo es la realidad poética que se necesita para transitar por la virtualidad de nuestras calles confusas, sólo expuesta, nunca imperativa. Esta muestra de dibujos es una posibilidad de comprender el mundo, de detenernos y de mirarnos sin que haya espejos, porque no somos un reflejo, somos sencillamente la consustancialidad azarosa de una idea, somos lo que creemos, lo que miramos, lo que nos atraviesa, lo que enfrentamos. " De puntillas no te puedes mantener en pie" dice Lao Zi, y Nelson Villalobos nunca se ha asomado al mundo desde la parada cobarde. Siempre vuela sobre lo que siente, lo analiza desde la emoción y lo expresa. En su serie de dibujos hay un misterio ontológico y nunca puedo dejar de sentirlo cada vez que veo sus trazos, que con el privilegio del amigo, puedo saborear en soledad y primicia. Más que cualidades técnicas, que de por sí son muy evidentes en estas piezas, siempre me atrapa una sensación de que su obra es una visión, un acontecer futuro sólo para iniciados. Una profecía desde el arte, recobrando este, su condición primitiva y mágica de adelantarse a las circunstancias. ¿Poesía, quizá?

Virginia Ramírez

Crítico de arte
Vigo, febrero 2007