10/14/2008




EL PINTOR Y EDITOR CUBANO NELSON VILLALOBOS EXPONE SUS CREACIONES INSPIRADAS EN VIGO
TERESA CUÍÑAS/ EL PAIS/ Vigo - 06/12/2007
http://www.elpais.com/

Acrílico/ Lienzo. Medidas 200cm x 400cm. c/u 2007


Dice que le inspiran las ciudades y la que habita desde hace cinco años le ha servido de musa creadora del genio que transmiten sus trabajos más recientes, expuestos desde ayer en la Casa das Artes de Vigo. El cubano Nelson Villalobos, pintor, escultor, dibujante y serígrafo, muestra también su mirada propia sobre Vigo, ciudad en la que recaló tras La Habana, Madrid y Barcelona.

Ciudad y representaciones confluyen en su trazo. "No pinto de acuerdo con lo que mis ojos ven, lo que hago es una transposición visual de lo que pinto. La serie panoramas de Vigo, por ejemplo, es una cierta idea de la ciudad donde vivo y pinto con mi familia y amigos, como el poeta Carlos Oroza, quien aparece en algún retrato como gran paseante que es por sus calles. Vigo es una ciudad de caos, de esquinas, de luz, de mar, de humedad, de colores y de poesía. Es la ciudad que pienso, no la ciudad perceptual que produce mi visión", indica. La geometría es el valor predominante en este conjunto de obras.



De La Serie Laberintos Urbanos. 80 x 100cm. 2007


Hasta mediados de enero estará abierta la muestra, articulada en series de cuadros, el modo preferido por el artista para trabajar porque, lienzo a lienzo, desarrolla sus reflexiones: "Cada serie tiene una cantidad de obras, de sentimientos que van cambiando para avanzar y en otras se retrocede para volver a empezar". Además de la serie geométrica, Islas se compone de dibujos a lápiz y acuarela sobre cartulinas y en otro ciclo escoge las formas circulares para configurar las mitologías urbanas nacidas de su disciplinado talento. "Estas obras me han costado 49 años realizarlas, nunca he pintado con apremio, sí con mucho trabajo diario y con emoción", reflexiona el artista.




De La Serie Islas. La componen un total de 16 piezas de medidas 5 x 50cm. 2006

Algunos trabajos expuestos alcanzan dimensiones monumentales de dos por dos metros y hay hasta seis paneles que miden cuatro metros de largo. En ellos, la vista se queda atrapada en la explosión del color, el rasgo que unifica una obra variopinta concebida como "un himno al color y a la luz"·. Una gran instalación realizada ad hoc ocupa el centro de sala. Jardín reúne 70 piezas sobre el arco iris. Son esculturas de cartulina serigrafiada que, según Villalobos, recrean el símbolo del infinito y que, en cierto modo, recuerdan a las cadenetas infantiles recortadas en papel continuo.




Acrílico/ lienzo. 200cm x 400cm. c/u. 2007


Nacido en Cienfuegos en 1956, Villalobos se licenció en Pintura y se graduó en escultura por el Instituto Superior de Bellas Artes de La Habana. En la capital cubana participó en la fundación, junto con otros artistas, del prestigioso taller de serigrafía René Portocarrero, desde su nacimiento en 1983 y hasta 1988. Portocarrero, el gran pintor de la tradición afrocubana, también destacó como ilustrador de libros. A ese oficio sigue dedicándose Villalobos desde su estudio vigués con mimo de artesano.






ANGEL ESCOBAR/ NELSON VILLALOBOS




Último poema escrito por Angel Escobar। Es un texto que no tiene título y que está dedicado a su amigo, el pintor Nelson Villalobos :


La permutación de las cosas son en Villalobos
la creación de un mundo soterrado que cuando
está en sí, y siempre lo está, hace nacer
de lo aparentemente muerto y trivial
una primavera que carga con todas las estaciones.
Puede que esto sea, y lo es, un lugar común,
De eso está lleno el mundo. Mis palabras
Se acercan, pero también se alejan,
Ellas mismas buscándose, y no, no están, no vienen,
Sólo ven las infinitas posibilidades en el color
Y el sabor de lo que vislumbran un cuadro
o una escultura de Nelson. Ustedes puede
que se le acerquen ahora, yo siempre he estado
allí, aquí, acullá, en eso que él ha querido
llamar villalobismo। Y por qué no,
cada uno tiene un modo de entenderse a sí mismo,
y él está buscando o ya encontró esa manera,
se mira y se ve, y eso es un privilegio,
ser su propio espejo, que tu obra te refracte,
y que nunca te repita como se repite a diario
el juego de las decapitaciones। Vea Ud। e intuya
este incurrir de Villalobos en formas que se fugan,
y si son capaces, en su fugacidad, adquieren
la fijeza, y ese desprenderse imantado
alegría o tristeza, y siempre la sorna de los estilos
que se buscan ya estando en el palacio de la significación.





Ángel Escobar. Cuba, 13 de febrero de
1997










VISITA DE WIFREDO LAM A CUBA, 1986


Nelson Villalobos fue el artista seleccionado por Wifredo
Lam en el año 1986 dentro de innumerables propuestas presentadas por varios artistas de Cuba para la realización de un busto al artista internacional. Esta pieza cuenta de gran valor ya que fue el único busto que se realizó a Wifredo Lam en vida.

Del mismo se realizaron dos piezas en bronce una forma parte de la colección del Fondo de Bienes Culturales de Cuba y la otra pieza se encuentra en París, propiedad de la viuda de Wifredo Lam.
El prototipo original es propiedad y forma parte de la colección del artista Nelson Villalobos.




La Habana, 1986






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"El FIN DEL CANON"/ por Rufo Caballero


La pintura es para él un divertido poliedro, un cubo de Rubik sin la única y aburrida solución, exacta, infinitamente delicioso en sus sorpresivas combinatorias de tantas fórmulas. Se acabaron los sistemas totalitarios, es la epifanía del fragmento y la opción múltiple.

Comparte con Picabia la locura de levantarse cada día con una proposición estética distinta. Picasso sigue siendo su adorado-tormento, lo copia deliberadamente, lo plagia o lo critica con respeto, pero le importa un comino que las búsquedas no siempre encuentren. Ayer tuvo a Cézanne y el cubismo en el pulso, mañana va a entregarse al icono urbano o sencillamente va a remitir su obsesión por el tema de la muerte a la ambigua plasticidad de Andy Warhol; hoy está pintando un cuadro que tiene del surrealismo y el hiperrealismo como también de la pintura metafísica. De Chirico o de la estridencia formalista de las fieras. Todo lo va a disponer con la diversidad de planos que le aportan los lenguajes audiovisuales, jugará al bad painting y la impronta del graffiti mezclado con el arte salvaje o el candor de la pintura infantil. Dice Nelson Villalobos que juega todos los días a ser pintor.

Ciertamente el color y el dibujo, protagonistas de sus códigos, asumen el expresionismo y la gestualidad como constantes, pero suelen distanciarse de cualquier ideal rector. Pueden alimentar lo feo como valor artístico, o sea la valía de lo feo intencional y virtuoso, o pueden recrearse en el preciosismo de la buena pintura, probar incluso con la perspectiva clásica. Y pongamos el stop a tiempo: prima la mezcla desenfrenada, el consciente inclusivismo, la jerarquía de la intuición y el instinto en el acto de pintar, el espontaneísmo a lo Pollock y el dripping, pero los resultados jamás han de confundirse con el tirapiedras del francotirador o la anarquía del improvisado. Las obras revelan el credo abierto de un profesional que hasta inconscientemente observa las leyes más elementales de la composición visual, esas mismas que en todo caso trata de subvertir.

En fin, un saludable gusto por el eclecticismo y la mutación-tremenda señal de vida-, una peculiar revisión de la historia del arte sin aspiraciones de repostularla y sí de villalobizarlas en función de nuevos goces estéticos, la desfachatez en la apropiación libre de todo prejuicio, el placer del remedo, la originalidad de revitalizar una atávica verdad: nada hay totalmente nuevo bajo el sol. De manera que opera una dialéctica contradicción cuando el artista a diario necesita la novedad para dinamitar la rutina de la repetición, y al propio tiempo apela a u criterio de lo nuevo radicalmente acendrado en la herencia cultural de la humanidad, nada coincidente con aquel darwinismo lingüístico que impugnara Bonito oliva. Por otro lado no cero que la manifiesta voluntad de cambio en el caso de Villalobos implique, como se sospecha, una furibunda negación del estilo; antes bien, sólo induce a aceptar que su sello radica justo en la pluralidad, en el estilo de lo múltiple reelaborado. Así, es cierto que a veces se parece a Moisés Finalé, Zaida del río o varios neoexpresionistas alemanes y transvanguardistas italianos, pero todos ellos también pudieran parecerse a él. Depende

Los objetos a la mano, la casa, la mujer, la familia, el país, su cultura, el mundo le proveen de un repertorio de temas y asuntos donde señorea la realidad cotidiana, más como blanco de su identificación afectiva que como motivo de demandas reflexiones éticas. Vuelve siempre sobre el autorretrato y así a una afirmación placentera y autocognoscitiva que descarta el trasnochado narcisismo, o sobre el tema de la muerte que lo subyuga con especial dramaticidad, sin falsos desgarramientos, un tanto a la manera del realismo mítico que ocupara a Rulfo. También asiduo, su tratamiento del sexo no fluye con la óptica de la desacralización: el pintor vive y piensa con tal desenfado que apenas mistifica, por consiguiente nada necesita mitigar.

Recrea el Kitsch que lo circunda en Apodaca y Factoria como el que aprecia en sus periplos por Europa, asumiéndolos en condición de presencias integradas, sin pedantescas pretensiones aleccionadoras o culturosas. Otras veces desta su nostalgia ante asuntos recurrentes en la historia del arte, el artista y la modelo por ejemplo, o enrumba el ejercicio plástico hacía la persistencia de signos de las sociedades tradicionales, el pensamiento mal llamado prelógico y las pictografías caribeñas en la visualidad contemporáneas a través del antropomorfismo, la convención hombre-pájaro, los ideogramas, símbolos, máscaras y otros motivos de la afrocubanidad. Todo bajo el prisma del humor, ya sea el chiste inocente, ya la sutil ironía, ya el esperpento carnavalesco.

Justamente el desprejuicio más absoluto y la constante apertura de los códigos con que se divierte Villalobos- o con el que agoniza, en el fondo quien sabe- explican la reverente acogida que le tributan en no pocos centros metropolitanos del arte, donde hoy tienen lugar importantes procesos liberadores para la cultura artística. Como ya hubo de todo, modernismo y postmodernismo, vanguardia, neovanguardia y transvanguardia, caballete, arte efímero, experimentalismo y vuelta al caballete, al cabo bulle la feliz idea de una hora cero a partir de todos los caminos individuales, más allá de la tiranía que implicaban dos o tres tendencias en primacía y la correspondiente unidireccionalidad del mercado. Véase cuán oportuno deviene entonces Villalobos, aun cuando para seguir fiel a sí mismo mañana se levante cavilando que la propia pluralidad y hasta este texto que hoy se escribe son no más esas otras convenciones que en definitiva también habría que subvertir.



Texto: RUFO CABALLERO
La habana, 1990



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